De acuerdo con el Manual de Oslo de la OCDE de 2005, la innovación se refiere a la «introducción de un nuevo, o significativamente mejorado, producto (bien o servicio), de un proceso, de un nuevo método de comercialización, o de un nuevo método organizativo en las prácticas internas de la empresa, la organización del lugar de trabajo o las relaciones exteriores».
La innovación contribuye de manera positiva en el crecimiento y desarrollo económico, puesto que genera mayores niveles de productividad, mejora las exportaciones y el comercio exterior, favorece la generación de empleo y el direccionamiento de los retos sociales y ambientales.
Sin embargo, “innovar” no es una tarea fácil. De hecho, requiere asumir riesgos elevados sin contar con una idea anticipada de los resultados. Por lo tanto, para crear un contexto propicio a la innovación, son necesarias políticas públicas adecuadas en materia de regulación financiera, tributaria, contractual y de propiedad intelectual.
La innovación en Colombia: un gran desafío
A pesar de los significativos progresos de las condiciones para innovar que hemos visto en Colombia, tales como el apaciguamiento del conflicto armado interno, la apertura internacional, el aumento de recursos disponibles para Ciencia y Tecnología, seguimos rezagados en comparación con las tendencias mundiales y regionales en esta área. Los parámetros para medir la innovación, como el registro de patentes y las publicaciones científicas per cápita, sitúan a Colombia por detrás de países como Brasil, Chile y Argentina.
Innovar desde lo local
En Colombia, la innovación se ha venido manejando como un tema nacional cuando debería tratarse desde lo local y regional. La globalización necesita de la acción local para identificar fuentes endógenas de crecimiento, retener y atraer talento e inversión y aumentar la capacidad de vincularse con redes internacionales. En la actualidad, no son los países los que compiten entre sí, sino los ecosistemas locales, tales como Sillicon Valley, Boston o Guadalajara. Además, los recursos destinados a la innovación se ejecutan regionalmente, razón por la cual, la innovación debe comenzar a ser local y verse orientada hacia focos específicos.
Innovar desde las empresas
En el mundo, la tendencia es que las empresas inviertan cada vez mayores recursos en innovación para generar ideas ingeniosas para transformar sus procesos y producir bienes y servicios comerciales. Sin embargo, el sistema de innovación colombiano aún es pequeño y carece de un centro empresarial fuerte. Contrario a las tendencias mundiales, es el sector gubernamental el que destina mayores recursos a la innovación, ocupándose de las inversiones que las empresas no están dispuestas a asumir. Sólo el 30% del total de I + D se lleva a cabo por parte del sector empresarial, en comparación con casi el 50% que se lleva a cabo en Brasil y entre el 65 a 75% en los principales países de la OCDE y China.
Innovar desde la academia
Por otro lado, es necesario fortalecer el papel de las universidades, así como el de los institutos de investigación pública, para convertirlas en instituciones de educación basadas en la investigación. Paralelamente, además de centrarse en doctorados y otras habilidades de alto nivel, es necesario que presten mayor atención a las carreras técnicas profesionales, en áreas como el diseño, la logística, la gerencia y las TIC.
Innovar desde el capital humano
Tal vez el factor más importante para construir un sistema de innovación sólido es la construcción de capacidades de innovación internas, a través de una mayor inversión en capital humano.
Una fuerza de trabajo calificada es determinante para construir capacidades que generen nuevo conocimiento, así como para adaptar e identificar nuevas oportunidades de negocio. El factor humano debe ser flexible y tener capacidad asociativa, interdisciplinaria e intersectorial que le permitan construir puentes entre la investigación como insumo para la innovación.
El problema de la educación en Colombia no sólo es una cuestión de mala calidad, sino también un problema de enfoque. En efecto, no se está formando a la población en las áreas requeridas para responder a las necesidades de la actualidad. Tenemos una carencia notoria de ingenieros, de profesionales en el sector de las TIC y de especialistas en las nuevas tendencias del mundo. Tenemos un concepto errado de lo que son estas profesiones y la academia permanece muy alejada del mundo real y de las necesidades que tienen el país y la industria.
Por: Sofía González Valencia, asesora Oficina Internacional. Este artículo es responsabilidad de la autora y no compromete la posición del Ministerio de las TIC de Colombia.
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